La Época Moderna se inició con un gran movimiento de renovación intelectual y artística que se conoce con el nombre de Renacimiento.
La palabra “Renacimiento” fue usada por primera vez en 1550 por Jorge Vasari y significa “volver a nacer”. Fue una época de crisis y como en todos los momentos de cambio hay un mundo que muere (el medieval) y un mundo que trata de nacer. Se cambió la forma de ver al hombre y a la sociedad; se desarrolló el espíritu crítico; se estimuló la observación de la naturaleza y la experimentación científica; apareció el Estado moderno como consecuencia de los nuevos planteamientos políticos. Se desarrolló el capitalismo y continuó el ascenso de la burguesía. Además se lograron notables avances técnicos y se produjo una espléndida expansión de las artes así como nuevos planteos religiosos.
El Renacimiento fue el producto de una lenta evolución que se inició en la Edad Media. En él, se retomaron y difundieron los grandes logros de la cultura clásica grecolatina, dándole características propias.
¿Dónde surge?
Esta renovación se limitó, en un comienzo, a las ciudades de Italia y Flandes (región de los Países Bajos). El Renacimiento se originó en Italia hacia fines del siglo XIV y alcanzó su apogeo en los siglos XV y XVI. Fue un movimiento urbano por excelencia. Sus principales centros fueron las ricas ciudades comerciales italianas de Florencia y Venecia, pobladas por una poderosa y adinerada burguesía. También surgió en Roma, sede de la corte pontificia, así como al amparo de algunos monarcas europeos. Reyes, Papas y muchos burgueses se convirtieron en “mecenas”, es decir protectores de escritores y artistas.
La antigüedad grecolatina fue la fuente principal de inspiración: sus restos arqueológicos, constituían una presencia permanente para el italiano y recordaban la grandeza de esas épocas. A esta presencia, se le agregó el aporte de los sabios bizantinos, llegados desde Constantinopla, luego de la caída de esta ciudad en manos de los turcos, en 1453. Estos sabios trajeron consigo el conocimiento de la antigüedad clásica que habían atesorado en sus bibliotecas, luego del fin del Imperio Romano de Occidente en el siglo V.
Desde la península italiana, mercaderes, artistas y soldados expandieron la cultura renacentista a toda Europa, transformándola en un fenómeno europeo.
Una nueva mentalidad.
Hacia el siglo XV se produjo un cambio en esta forma de pensar. Surgió una nueva idea acerca de la vida y del ser humano, que sustituyó a la concepción cristiana medieval de que la vida terrenal era un simple pasaje para la vida después de la muerte. La existencia en la tierra fue considerada digna de ser vivida. Valores como el éxito, la felicidad, la belleza, dejaron de ser criticados y pasaron a ser exaltados. Fueron los escritores greco-romanos los que sirvieron de modelo a esta nueva concepción de la vida.
Esta nueva forma de pensar y de sentir de nobles y burgueses, se caracterizó por:
- la exaltación del hombre. El centro de atención fue un hombre nuevo y orgulloso, autosuficiente, que desarrolló al máximo sus capacidades físicas e intelectuales. La vida, el placer y el cuerpo adquirieron gran valor. Era por lo tanto, una mentalidad antropocéntrica, que desplazó al teocentrismo medieval: el hombre sustituyó a Dios como centro del universo. A pesar de ello los renacentistas no dejaron de ser profundamente creyentes;
- el individualismo. Importó el hombre, el hombre aislado, que ya no formaba parte del gremio, ni de la cofradía, ni de la universidad. Era el hombre que gustaba retratarse, escribir su biografía y firmar las obras de arte que realizaba, que exaltaba su personalidad con defectos y virtudes;
- la aspiración al conocimiento universal. El hombre del Renacimiento quiso saber todo, poder hacer de todo. Para ello, debió desarrollar sus múltiples aptitudes y desempeñar las más variadas actividades, tanto intelectuales como físicas. Aspiró a ser un “hombre universal”, capaz de dominar todo el conocimiento de la época;
- no conformismo. El hombre renacentista criticó al mundo y desconforme con él, aspiró a mejorarlo. A veces, creó mundos ideales en sus obras literarias; otras veces, la mayoría, se refugió en la antigüedad grecolatina;
- la crítica al mundo. Esta alcanzó a la Iglesia denunciando la corrupción del clero, la ignorancia de los monjes, la superstición y el lujo del alto clero. Sólo se buscaba reformar la Iglesia y devolverle la pureza de los primeros tiempos;
- el espíritu racional. El hombre como ser racional consideró que la fuente del saber estaba en la inteligencia y en sus logros científicos. No se debían imponer normas ni doctrinas rígidas; se debía ser flexible y crítico. La mentalidad racional se aplicó tanto en la política y la economía como en la ciencia y el arte.
- ESQUEMA:
Material sacado de: Abadie, S; et al; Historia 2ºc.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Ed Monteverde.
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