En el campo de la economía, también se plantearon cuestionamientos. Como consecuencia de las dificultades que se presentaron con la aplicación de la política mercantilista, surgió la interrogante sobre cuál era la verdadera riqueza de un país. Las respuestas dieron origen a nuevas ideologías económicas: la fisiocracia en Francia y el liberalismo en Inglaterra.
Los fisiócratas.
Los fisiócratas, a diferencia de los mercantilistas, consideraban que toda la riqueza provenía de la tierra, y que sólo la agricultura producía más de lo necesario para mantener a los que se ocupaban de ella. Las otras ramas de la producción, como la industria, eran consideradas solamente como transformadoras de la riqueza, no creadoras de ella. De allí el nombre de "Fisiocracia", que deriva de Fisis: naturaleza, y Cratos: poder.
Los fisiócratas, a diferencia de los mercantilistas, consideraban que toda la riqueza provenía de la tierra, y que sólo la agricultura producía más de lo necesario para mantener a los que se ocupaban de ella. Las otras ramas de la producción, como la industria, eran consideradas solamente como transformadoras de la riqueza, no creadoras de ella. De allí el nombre de "Fisiocracia", que deriva de Fisis: naturaleza, y Cratos: poder.
Para ellos, la economía es un hecho natural y por lo tanto regido por las leyes naturales. El Estado no debe intervenir."Dejar hacer, dejar pasar", es uno de sus principios fundamentales. Esto significaba abrir las puertas de las naciones, suprimiendo todas las barreras aduaneras, de modo que se estimulara y activara la circulación de la riqueza. Con estas ideas, la sobreabundancia de productos en las regiones más fértiles habrían encontrado un mercado natural en las regiones más pobres, evitando la baja de precios en las primeras y el encarecimiento en las segundas.
El liberalismo económico.
En la segunda mitad del siglo XVIII, surgió el liberalismo económico o teoría de la libertad económica, cuyo principal exponente fue el inglés Adam Smith.
El liberalismo económico.
En la segunda mitad del siglo XVIII, surgió el liberalismo económico o teoría de la libertad económica, cuyo principal exponente fue el inglés Adam Smith.
Para el liberalismo, la fuente principal de riqueza es el trabajo. El enriquecimiento de los particulares es el único camino para conseguir la riqueza de las naciones.
Por lo tanto, el primer principio que debe regular la actividad económica es la libre empresa: cada particular puede crear aquello que la sociedad necesita (demanda), es decir, produce mercancías y las pone a la venta.
Haciendo uso de la libertad de empresa, otro particular puede hacer lo mismo, estableciéndose la libre competencia.
La libre competencia trae consigo la regulación de los precios a través de la ley de oferta y demanda. Si la oferta de productos es mayor a la demanda, los precios bajan. Si el número de compradores es mayor que el volumen de las mercaderías ofrecidas a la venta, el precio sube.
Estas leyes naturales, que regulan el mercado, traen como consecuencia que el Estado no debe intervenir en la economía, solamente debe vigilar la seguridad externa de la nación, así como la de los individuos: "Estado juez y gendarme".
También debe efectuar ciertas tareas que beneficien a la sociedad como la construcción y conservación de caminos, y una enseñanza elemental.
Estos principios se convertirán en los pilares básicos de la sociedad capitalista moderna.
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